José Carlos Mariátegui La Chira murió un día como hoy, el 16 de abril de 1930. Había nacido en Moquegua el 14 de junio de 1894. Fue escritor y periodista, pero sobre todo fue un pensador político. Autor prolífico a pesar de su temprana muerte, el “amauta” que en quechua signfica “maestro”, es uno de los principales estudiosos del marxismo en Iberoamérica, destacando entre todos sus libros los “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana”, obra de referencia para la intelectualidad del continente. Fue el fundador del Partido Socialista Peruano en 1928, que tras su muerte pasaría a denominarse Partido Comunista Peruano, a instancias de la III Internacional y por obra de Eudocio Ravines, quien ejercía entonces la secretaría general del partido, fuerza política que, según su acta de fundación, tendría como herramienta axial al Marxismo-Leninismo, y de la Confederación General de Trabajadores del Perú en 1929.
Para el sociólogo y filósofo Michael Löwy, Mariátegui es "indudablemente el pensador marxista más vigoroso y original que América Latina haya conocido”. En la misma línea, José Pablo Feinmann, filósofo y crítico cultural argentino, lo declara como el "más grande filósofo marxista de Latinoamérica".
Mariátegui nació en el seno de una familia humilde. Sus padres fueron María Amalia La Chira Ballejos y Francisco Javier Mariátegui Requejo. Entre sus antepasados se contaba el ilustre pensador liberal Francisco Javier Mariátegui y Tellería. Tuvo dos hermanos: Guillermina y Julio César Mariátegui.
En 1989 se trasladó con su madre y sus hermanos a Huacho y en 1902, tras un accidente, tras un accidente en la escuela, fue internado en la clínica Maison de Santé de Lima. Su convalecencia fue larga y quedó con una anquilosis en la pierna izquierda que lo acompañaría el resto de su vida. Por haber quedado inhabilitado para las recreaciones propias de su edad, frecuentó desde entonces la lectura y la reflexión.
En 1909, ingresó al diario La Prensa para realizar tareas auxiliares, primero como alcanzarrejones (portapliegos) y luego como ayudante del linotipista.
A pesar de no haber culminado sus estudios escolares, llegó a formarse en periodismo y empezó a trabajar como articulista, primero en La Prensa (1914-16) y luego en el diario El Tiempo (1916-19), al mismo tiempo que colaboraba en las revistas “Mundo Limeño”, “Lulú”, “El Turf” y “Colónida”. Usando el seudónimo de Juan Croniqueur ironizó la frivolidad limeña y exhibió una vasta cultura autodidacta, que lo aproximó a los núcleos intelectuales y artísticos de vanguardia.
Se hizo amigo del escritor Abraham Valdelomar con quien formó un dúo diletante cuyos duelos de ingenio eran reproducidos por ellos mismos en sus crónicas. Por esa época (llamada luego despectivamente por él mismo como su “edad de piedra”) cultivó con entusiasmo la poesía, pero nunca publicó su anunciado poemario titulado “Tristeza”.
Mariátegui se adscribe, desde su regreso de Europa al marxismo, en la versión leninista de la III Internacional, encontrándose notables similitudes con el pensamiento de Antonio Gramsci, especialmente en lo que atañe a la importancia de la superestructura cultural no como mero "reflejo", sino desde la valoración de sus potencialidades revolucionarias para generar contra hegemonía. Fruto de dicha noción será su revista teórica “Amauta” y el órgano revolucionario “Labor”, que será clausurado por el régimen del entonces presidente Augusto A. Leguía. Crítico incansable del reformismo de la II Internacional y de la socialdemocracia, Mariátegui es considerado el primer marxista de América Latina, al enfatizar al papel de las masas indígenas como el auténtico "proletariado" del continente y pregonar la necesidad de una revolución socialista, influenciado por el sindicalismo radical de Goerges Sorel.
Mariátegui se adscribe, desde su regreso de Europa al marxismo, en la versión leninista de la III Internacional, encontrándose notables similitudes con el pensamiento de Antonio Gramsci, especialmente en lo que atañe a la importancia de la superestructura cultural no como mero "reflejo", sino desde la valoración de sus potencialidades revolucionarias para generar contra hegemonía. Fruto de dicha noción será su revista teórica “Amauta” y el órgano revolucionario “Labor”, que será clausurado por el régimen del entonces presidente Augusto A. Leguía. Crítico incansable del reformismo de la II Internacional y de la socialdemocracia, Mariátegui es considerado el primer marxista de América Latina, al enfatizar al papel de las masas indígenas como el auténtico "proletariado" del continente y pregonar la necesidad de una revolución socialista, influenciado por el sindicalismo radical de Goerges Sorel.
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