Nelson Rolihlahla Mandela fue un abogado, activista contra el
apartheid, político y filántropo sudafricano que presidió su país de 1994 a
1999. Nació en Mvezo, Transkei, en 1918 y murió en Johannesburgo en
2013). Lideró los movimientos contra el apartheid que, tras una
larga lucha y 27 años de cárcel, presidió en 1994 el primer gobierno que ponía
fin al régimen racista. El siglo XX dejó dos guerras mundiales, los campos de
exterminio y el terror atómico, pero también grandes campeones de la lucha
contra la injusticia, como Mahatma Gandhi o Martin Luther King, siendo el último
y más carismático de ellos: Nelson Mandela. Como la de cualquier niño
africano en las zonas rurales, la infancia de Nelson Mandela transcurrió entre
juegos y en estrecho contacto con las tradiciones de su pueblo.
Hijo del jefe
de una tribu, se le puso de nombre Rolihlahla, que
significa revoltoso, pero a los siete años, con el fin de que pudiera asistir a
la escuela evangélica metodista, fue bautizado con el nombre de Nelson en la
iglesia de Transkei; ya famoso, sus compatriotas lo llamarían Madiba, por el nombre de su clan.
Dos años después, a causa del
fallecimiento de su padre, el pequeño Nelson quedó al cuidado de un primo suyo,
el gran jefe Jongintaba; con él que se aficionó a escuchar a los jefes tribales
y tomó conciencia del sentido de la justicia. Cumplidos los dieciséis años,
pasó a formar parte del consejo tribal; tres años después, en 1937, ingresó en
el internado para negros de Ford Hare para cursar estudios superiores.
Pero cuando en 1941 supo que el
jefe Jongintaba había concertado para él un matrimonio, Mandela resolvió
abandonar su aldea y partió a Johannesburgo. Pobremente establecido en el
superpoblado suburbio de Alexandra, al poco de llegar conoció a Walter Sisulu,
con quien trabó una amistad que sería determinante en todos los ámbitos:
influyó en sus ideas políticas, le ayudó a conseguir trabajo y a finalizar sus
estudios de derecho y le presentó a su prima Evelyn Mase, con la que contraería
matrimonio en 1944.
Un
líder nato
Tanto Walter Sisulu como la
infinidad de personas que tuvieron contacto con Mandela a lo largo de su vida
coinciden en señalar su extraordinaria personalidad. El poder de seducción, la
confianza en sí mismo, la capacidad de trabajo, la valentía y la integridad
figuran entre las virtudes por las que brillaba allá donde fuese. Sisulu captó
de inmediato sus innatas dotes de líder y lo introdujo en el Congreso Nacional
Africano (ANC), un movimiento de lucha contra la opresión que desde hacía
décadas venían padeciendo los negros sudafricanos. Pronto sus cualidades lo
situarían en puestos prominentes de la organización. En 1944, Mandela fue uno
de los líderes fundadores de la Liga de la Juventud del Congreso, que llegaría
a constituir el grupo dominante del Congreso Nacional Africano; su ideología
era un socialismo africano: nacionalista, antirracista y antiimperialista.
En 1948 llegó al poder en
Sudáfrica el Partido Nacional, que institucionalizó la segregación racial
creando el régimen del apartheid. En
realidad, el racismo institucional se remontaba en Sudáfrica al menos a 1911,
fecha de una disposición discriminatoria que prohibía a los negros ocupar
puestos de trabajo cualificados. Numerosas medidas promulgadas en las décadas
siguientes (treinta y seis en total) habían llevado ya, por poner un solo
ejemplo, a la exclusión de negros y mestizos del censo electoral.
El triunfo del Partido Nacional
de los Afrikaaners (blancos descendientes de los boers holandeses que colonizaron el país) vino a
corroborar y a ampliar sin eufemismos lo ya existente: el gobierno de Daniel
Malan (1948-1954) puso en pie un sistema completo de segregación y
discriminación social, económica, cultural, política y territorial en perjuicio
de la mayoría negra; era el llamado apartheid o "desarrollo separado de cada raza en la zona geográfica
que le es asignada", según
la definición oficial. Los gobiernos siguientes, presididos por Strijdom y
Verwoerd, continuaron idéntica política. Un decreto de 1949 prohibió los
matrimonios mixtos; otras leyes y reglamentos posteriores acabaron de
configurar el sistema segregacionista: reconocimiento oficial de las razas, segregación
a la hora de utilizar servicios (incluso el espacio de las playas) y separación
en las fábricas y en los transportes públicos.
Bajo la inspiración de Gandhi, el
Congreso Nacional Africano propugnaba métodos de lucha no violentos: la Liga de
la Juventud del Congreso (presidida por Mandela en 1951-1952) organizó campañas
de desobediencia civil contra las leyes segregacionistas. En 1952 Mandela pasó
a presidir la federación del Congreso Nacional Africano de la provincia
sudafricana de Transvaal, al tiempo que dirigía a los voluntarios que
desafiaban al régimen; se había convertido en el líder de hecho del movimiento.
La represión produjo 8.000
detenciones, incluyendo la de Mandela, que fue confinado en Johannesburgo. Allí
estableció el primer bufete de abogados negros de Sudáfrica. Paulatinamente
había ido abandonando su postura africanista y adoptado la ideología del
humanismo internacionalista que sostendría durante toda su vida. En 1955,
cumplidas sus condenas, reapareció en público, promoviendo la aprobación de
una Carta de la Libertad, en la que se plasmaba la
aspiración de un Estado multirracial, igualitario y democrático, una reforma
agraria y una política de justicia social en el reparto de la riqueza. Por
aquellos años otra mujer irrumpió con fuerza en su vida: la asistente social
Nomzano Winnie Madikizela, más conocida como Winnie Mandela, con la que se casó
en 1958.
La
exacerbación del apartheid
El endurecimiento
del régimen racista llegó a su culminación en 1956, con el plan del gobierno de
crear siete reservas o bantustanes, territorios
marginales supuestamente independientes en los que se pretendía confinar a la
mayoría negra, que representaba más del setenta por ciento de la población. Tal
medida conllevaba condenar a los negros no sólo a la marginación, sino también
a la miseria: aquellas tierras no podían ofrecer un medio de vida porque
estarían demasiado pobladas como para que su agricultura los pudiese alimentar,
o para que sus industrias diesen trabajo a todos. Por lo demás, el poder blanco
nunca estaría interesado en crear ninguna industria importante en tales
reservas por el peligro de que fuesen competitivas respecto a las de las áreas
blancas de la República.
El Congreso
Nacional Africano respondió con manifestaciones y boicoteos que condujeron a la
detención de la mayor parte de sus dirigentes; Mandela fue acusado de alta
traición, juzgado y liberado por falta de pruebas en 1961. Durante el largo
juicio tuvo lugar la matanza de Sharpeville, en la que la policía abrió fuego
contra una multitud desarmada que protestaba contra las leyes racistas, matando
a 69 manifestantes (1960). La matanza aconsejó al gobierno declarar el estado
de emergencia, en virtud del cual arrestó a los líderes de la oposición negra:
Mandela permaneció detenido varios meses sin juicio.
Aquellos hechos
terminaron de convencer a los líderes del Congreso Nacional Africano de la
imposibilidad de seguir luchando por métodos no violentos, que no debilitaban
al régimen y que provocaban una represión igualmente sangrienta. En 1961
Mandela fue elegido secretario honorario del Congreso de Acción Nacional de
Toda África, un nuevo movimiento clandestino que adoptó el sabotaje como medio
de lucha contra el régimen de la recién proclamada República Sudafricana; se
encargó asimismo de dirigir el brazo armado del Congreso Nacional Africano (la
Lanza de la Nación). Su estrategia se centró en atacar instalaciones de
importancia económica o de valor simbólico, excluyendo atentar contra vidas
humanas.
En 1962 viajó por
diversos países africanos recaudando fondos, recibiendo instrucción militar y
haciendo propaganda de la causa sudafricana; a su regreso, Mandela fue detenido
y condenado a cinco años de cárcel. Mientras aún estaba en prisión, fue uno de
los ocho dirigentes de la Lanza de la Nación declarados culpables de sabotaje,
traición y conspiración violenta para derrocar al gobierno en el juicio de
Rivonia (1963-1964), a cuyo término dirigió a los jueces un célebre alegato
final, lleno de firmeza y dramatismo, que no impidió que fuese condenado a
cadena perpetua. Pese a hallarse en cautiverio, ese mismo año fue nombrado
presidente del Congreso Nacional Africano.
De
la cárcel a la presidencia
Prisionero durante
27 años (1963-1990) en penosas condiciones, el gobierno de Sudáfrica rechazó
todas las peticiones de que fuera puesto en libertad. Nelson Mandela se
convirtió en un símbolo de la lucha contra el apartheid dentro
y fuera del país, en una figura legendaria que representaba el sufrimiento y la
falta de libertad de todos los negros sudafricanos.
En 1984 el gobierno
intentó acabar con tan incómodo mito, ofreciéndole la libertad si aceptaba
establecerse en uno de los bantustanes a
los que el régimen había concedido una ficción de independencia; Mandela
rechazó el ofrecimiento. Durante aquellos años su esposa Winnie simbolizó la
continuidad de la lucha, alcanzando importantes posiciones en el Congreso
Nacional Africano. El ferviente activismo de Winnie no estuvo exento de
escándalos; años después, ya en los 90, se vería envuelta en un polémico juicio
en el que fue acusada de asesinato, si bien salió absuelta.
Finalmente,
Frederik De Klerk, presidente de la República por el Partido Nacional, hubo de
ceder ante la evidencia y abrir el camino para desmontar la segregación racial.
En febrero de 1990 legalizó el Congreso Nacional Africano y liberó a Mandela,
que se convirtió en su principal interlocutor para negociar el desmantelamiento
del apartheid y la transición a una democracia
multirracial; pese a la complejidad del proceso, ambos supieron culminar
exitosamente las negociaciones. Mandela y De Klerk compartieron el Premio Nobel
de la Paz en 1993.
Las elecciones de
1994 convirtieron a Mandela en el primer presidente negro de Sudáfrica
(1994-1999); desde ese cargo puso en marcha una política de reconciliación
nacional, manteniendo a De Klerk como vicepresidente y tratando de atraer hacia
la participación democrática al díscolo partido Inkhata de mayoría zulú. Una
película del cineasta estadounidense Clint Eastwood, Invictus (2009), reflejaría con bastante fidelidad
el Mandela de aquellos años; su apoyo a una selección nacional formada por
blancos durante la Copa Mundial de Rugby de 1995, celebrada en Sudáfrica,
muestra su empeño en integrar la minoría blanca y la mayoría negra sirviéndose
de aquel acontecimiento deportivo y su firme voluntad de construir una nación
para todos los sudafricanos, sin distinción de raza.
Mandela inició el
Plan de Reconstrucción y Desarrollo, que destinó grandes cantidades de dinero a
mejorar el nivel de vida de los sudafricanos negros en cuestiones como la
educación, la vivienda, la sanidad o el empleo, e impulsó asimismo la redacción
de una nueva constitución para el país, que fue finalmente aprobada por el
parlamento en 1996. Un año después cedió la dirección del Congreso Nacional
Africano a Thabo Mbeki, destinado a convertirse en su sucesor en la
presidencia. En 1998, dos años después de haberse divorciado de Winnie,
contrajo matrimonio con Graça Machel, viuda del antiguo presidente de
Mozambique, Samora Machel.
Junto con el
arzobispo Desmond Tutu, que presidía la Comisión de la Verdad y la
Reconciliación, Nelson Mandela presentó en junio de 1998 el informe con las
conclusiones de la Comisión. La talla del dirigente africano quedó patente una
vez más cuando, frente al parecer del Congreso Nacional Africano, avaló las
conclusiones del informe, que señalaban no solamente los abusos y crímenes del
régimen segregacionista, sino también los cometidos por los diversos grupos de
los movimientos de liberación, incluido el Congreso Nacional Africano. Tres
meses antes de finalizar su mandato, Mandela anunció que no pensaba presentarse
a la reelección. Le sucedió en la presidencia Thabo Mbeki, vencedor en las
elecciones de junio de 1999.
Apartado de la vida
política desde ese año, recibió múltiples reconocimientos, si bien sus
problemas de salud hicieron cada vez más esporádicas sus apariciones públicas.
Pese a su retirada, el fervor que Mandela despertaba en sus compatriotas siguió
vivo: en 2010 estuvo presente en las ceremonias del Mundial de Fútbol de
Sudáfrica, y recibió el caluroso apoyo de la multitud; en julio de 2013,
estando el líder gravemente enfermo, la población sudafricana se lanzó a las
calles para celebrar su 95º aniversario. Elevado a la categoría de uno de los
personajes más carismáticos e influyentes del siglo XX, su figura ha entrado en
la historia como encarnación de la lucha por la libertad y la justicia y como
símbolo de toda una nación.
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